Nada sabe tan bien como ser delgada. Kate
Moss 2009
Toda
mi vida me he rodeado de mujeres inconformes con su peso, mujeres que pasan sus
días haciendo dietas y toneladas de ejercicio, y durante muchos años quise ser
como ellas. ¿Por qué? Porque soy delgada, muy delgada.
A
simple vista poseer un metabolismo como el mío suena maravilloso. Lo es. Sin
embargo en esta sociedad enferma, llena de estereotipos de belleza, ser tan
flaca es un arma de dos filos que va más allá de “comer sin engordar”. Te
genera complejos y estás sujeta a bromas de mal gusto de las cuales no puedes
quejarte porque “Es broma, ¿De qué te quejas?, Ya quisiera estar como tú”. Pues
déjenme decirles algo: No lo quisieran.
A
mis 22 años apenas comienzo a sentirme cómoda usando prendas cortas y bikinis
que muestren mi figura. Durante toda mi adolescencia oculté mis patitas de pollo, ya que cada vez que no
lo hacía era víctima de comentarios como: “Ay estás
bien flaquita”, “Tienes dos hilitos colgando de... ah no, son tus piernas”, “Hay
que comer más, eh”, “Tú eres como anoréxica ¿no?”, etc., lo cual siempre me
hizo pensar que no era atractiva, que necesitaba más piernas, más busto, más
cadera, más todo. Lo peor es que aún lo pienso.
El problema es que no puedo decir nada al respecto, no se me
permite sentirme mal con mi físico o tener problemas de autoestima porque según
todo el mundo luzco como modelo. Yo no me siento como modelo, no soy modelo y
hasta donde sé Karl Lagerfeld no me manda regalos personalizados en mi
cumpleaños.
No por ser delgada mi vida es más fácil. Sufro igual que todas al
comprar ropa y lloro cada vez que termino comprando ropa interior en el
departamento infantil. Estoy tan obsesionada con subir de peso como muchas con
bajarlo y también quiero lucir como Scarlett Johansson cada vez que me miro al
espejo.
Recientemente las redes sociales están llenas de imágenes que
discriminan a las mujeres delgadas con encabezados como “las verdaderas mujeres tienen curvas”, lo cual destroza mi meta de
algún día llegar a ser una mujer real porque nunca he tenido ni tendré curvas.
Entiendo que ese tipo de campañas van enfocadas a hacer sentir mejor a las chicas con su peso y
evitar problemas como anorexia o bulimia, pero ¿no sería mejor decir todas las
mujeres son verdaderas?, y quitar de nuestro vocabulario dichos como “A los
hombres nos gusta la carnita los huesos son para los perros”, porque aunque mis
ex-novios sí sean medio animales ese tipo de comentarios no dejan de hacerme
daño.
La verdad es que la gente no se da cuenta que decirle a alguien
que es muy flaco es igual a decirle que es muy gordo, que al vivir rodeados de
publicidad donde se muestra un solo tipo de mujer nos daña por igual a
todas sin importar nuestra complexión.
Ser delgada en el siglo XXI sí es un sueño pero estar sujeta a
críticas diariamente es una pesadilla de la cual las flacas queremos despertar.
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"Una mujer sin curvas es como unos pantalones sin bolsillos... ¡No sabes donde poner tus manos! |
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–Las mujeres verdaderas tienen curvas –Pero... Yo no tengo curvas. Todo este tiempo pensé que era una mujer pero no puedo serlo. Así que ¿Qué soy? Soy.. soy– |
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